El infierno

Situación del Yermo

El seco viento soplaba contra las chabolas que la gente construía con las chatarras que encontraban en los alrededores. La gente llevaba ropa bastante abultada para resistir la ceniza y el polvo que quedaba siempre suspendido en el aire. Un grupo de los "Radicales" se acerco hacia Foresta del Male, la nueva ciudad que comerciaba con el yermo, para intentar comprar comida. Les faltaba reservas para sus pequeños grupos, y lo de plantar no era buena idea gracias a el polvo, su única forma de obtener comida es robando o mediante el comercio. Cuando llegaron al nuevo portón vieron un cartel bastante grande, donde con pintura (Y por lo que parece bastante mal hecho) Ponen provisionalmente lo que era el nuevo nombre de la ciudad. Sabían que esa ciudad estaba controlada por un grupo no legal (Para no decir terroristas) Pero les daba igual, la suerte les había dado la espalda y ellos pensaban pagarse la suya propia. Kent, el aparente jefe del grupo, se acerco al portón y toco la puerta, no le sorprendió que le recibieran con armas apuntándoles, tenían una desconfianza para todos los que no fueran de los suyos.

-Venimos a comerciar.

-¡Amigo! Kent ¿Que tal la vida en el infierno?- le dijo en un tono de burla, siempre era el guardia que le "escoltaba" 

-Pues tirando, necesito comida para mi bando, lo de vivir en el infierno no es nada cómodo- le respondió con un tono bastante amigable

-Vamos a ver si el jefe quiere hacer trato con ustedes.- Hizo un gesto para invitarle a pasar, el y sus otros acompañantes entraron a la gran ciudad. 

Estaba realmente llena de guardias y la mayoría de comercios y casas eran almacenes o bares. Cada vez le sorprendía más como iba cambiando la ciudad radicalmente en poco tiempo, parece que iban en serio. El ayuntamiento era el lugar predilecto para hacer los tratos. 

-El monje les recibirá- dijo mientras entraban al ayuntamiento. Él asintió, realmente no le importaba quien lo iba a recibir, si no la comida, aunque también eso dependía del quien estuviera al mando de la ciudad en ese momento. 

Esperaron en la sala de espera, era algo elegante pero con el toque que la organización tenía. Las paredes estaban recubiertas de un negro bastante mate, y los muebles eran de un buen roble con los filos recubiertos en una fina capa de oro. Cuando un guardia que custodiaba la puerta le llamo. Cuando fueron a entrar el guardia los detuvo durante un segundo. 

-Solo puede entrar el jefe- Kent asintió y mando a esperar a sus compañeros. 

Entró al gran despacho, siguiendo el mismo patrón del cuarto anterior. Un señor de alta edad con una barba extensa y un parche en el ojo (derecho) estaba sentado en el gran asiento del despacho. 

-¡Bienvenido camarada! ¿Que puedo hacer por ti?- dijo con un extraño acento alemán. Parecía contento de recibir visita.

-Bueno señor- Tragó saliva y continuó, tenía en el fondo unos nervios que los estaba matado- como usted sabrá soy del yermo, vengo a pedir comida para mis hombres a cambio de ofrecer mis servicios.

Esto último pareció agradarle porque su sonrisa se estiro. 


-Bien, siéntese, hablaremos de negocios...- Respondió con ese extraño acento alemán.





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